Reseña de Monasterium: ¡Ay, la vida monacal!

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Los que me conocen un poco después de estos años hablando de juegos de mesa, saben que los euros donde hay dados que proporcionen un azar controlable son de los más apetecibles a la hora de sentarme en una mesa. Si están bien hechos y además producen buenas sensaciones durante la partida, son juegos amortizados por lo mucho que los jugamos.

Monasterium reúne varias mécanicas sencillas pero muy resultonas: por un lado tenemos el draft de dados que es con lo que empezamos cada año o ronda del juego. Cada jugador va lanzar un número de dados neutrales y sus propios dados, todos a la vez, para elegir entre ellos un valor. Si elige por ejemplo el cinco, cogerá todos los dados con el valor cinco que hayan salido en la tirada y los colocará en la acción básica correspondiente.

Aquí hay una toma de decisión bastante interesante, porque gracias a estas tiradas de dados iniciales, vamos a configurar, entre los jugadores, qué acciones se van a hacer durante la ronda y con cuanta intensidad. Y es que cuando eliges hacer una acción, la vas a poder hacer hasta tres veces si hay dados suficientes para ello (salvo algunas restricciones). Y la guerra por hacer ciertas acciones puede ser encarnizada porque quieres hacer mucho de todo y según cómo los jugadores hayan configurado ésto, puede ser que finalmente hagas poco de nada. Además hay un punto de push your  luck en el que te ves metido cuando te quedan pocos dados y necesitas un valor determinado para hacer una acción.

No es difícil conseguir poner dados en la acción que necesitas, porque hay muchas tiradas en esta fase del juego y hay posibilidad de relanzar al menos una vez todos los dados. Pero claro, puede pasar que aunque pongas tres dados neutrales en una acción, tu compañero de partida te los arrebate si le toca elegir primero… La única forma de garantizarte una acción es colocar los dados de tu color en ella. También puede pasar que por un error de cálculo, tu no puedas hacer más acciones con los dados que hay disponibles y le dejes vía libre a tu contrincante para hacer tres turnos seguidos. En definitiva, hay que prestar mucha atención tanto a la fase de selección de dados, como al timing a la hora de ejecutar las acciones.

Luego está el tema de los monjes en tu tablero personal. Hay una sensación de desarollo muy conseguida porque aquí también puedes configurar las acciones que tendrás disponible enviando a los monjes a los diferentes monasterios.

Cuando lo hagas, despejaras huecos que te permitirán ampliar las acciones disponibles en cada valor de dado, además de las acciones básicas con las que empezamos. Esto da una flexibilidad necesaria que aumenta a medida que va avanzando la partida. Y digo necesaria, porque si en un primer momento la partida se siente demasiado “encorsetada”, pronto notas que el azar se mitiga y se vuelve un juego mucho más estratégico si consigues hacer un buen desarrollo en tu tablero.

Por ejemplo, fijaos en la acción que se activa cogiendo el dado de valor cuatro de la foto. En un primer momento en la partida, cuando coges dados de valor cuatro, sólo te otorgan rosarios, pero habiendo enviado ya dos monjes de esa columna a los distintos edificios de los monasterios, podremos elegir también ganar una influencia (el cuadro del señor inquietante), o coger una vidriera de un monasterio donde tengamos monje (explicaré esto de la vidriera más adelante).

Por cierto, esos monjes que vamos retirando de nuestro tablero personal, van a parar a los diferentes monasterios a ganarse la vida como buenos hermanos: Fray Olegario el bibliotecario a ordenar libros, a Fray Bautista el organista lo pones a afinar el piano en la capilla, Pepillo el que saca brillo… a limpiar los bancos de la sacristía y ásí vas conformando un equipo de monjes de lo más eficiente.

Bromas aparte, para colocar esos monjes en los monasterios, hacen falta varios requisitos: necesitamos entregar los recursos necesarios, como por ejemplo, influencia, rosarios, puchero… y tener además un carromato a las puertas del monasterio. Y aquí es donde entra en acción Fray Perico y su borrico… (Vale, lo dejo ya). El carromato es el transporte de moda en estos tiempos y es imprescindible viajar en ellos.

El carromato avanza con una de las acciones básicas y a veces, cuando pasas por determinadas casillas, además te llevas una bonificación, como recursos o incluso otro dado personal para poder lanzar durante la fase de draft.

Pues bien, este es uno de los grandes objetivos del juego: llevar en carromato a tus monjes por los diferentes monasterios. No sólo por lo que ya hemos comentado sobre la flexibilidad que nos da, al despejar más acciones disponibles por cada valor de dado, si no también porque al final de la partida, habrá una especie de juego de mayorías, que por suerte, no se resiente demasiado en partidas a dos, donde puntuarán más, los  jugadores que mayor número monjes hayan conseguido colocar en las distintas estancias y en los distintos monasterios.

Luego tenemos dos cosas que le dan aún más encanto al juego. Se trata, por un lado, del mini juego que nos ofrecen las vidrieras, donde al posicionar las losetas y cruzarlas, nos darán recursos e incluso puntos de victoria si conseguimos completar las filas y columnas.

Y por otro lado, unas cartas de objetivo que nos permitirán de nuevo, ganar puntos dependiendo del momento de la partida en el que los realicemos.

Esta mecánica la podemos ver en otros juegos y por muy tonta que parezca, siempre ofrece tensión, al meter presión por hacer las cosas antes que los demás, incluso en partidas a dos jugadores.

Al final, todos estos detalles de mecánicas ya conocidas hacen de Monasterium un juego muy combero, entretenido y bastante asequible de sacar a mesa. Es el típico juego en el que cuando haces una acción, desencadenas muchos combos seguidos: hago esta acción que me permite mover el carromato, con el carromato consigo una loseta de vidriera, que al colocarla me hace conseguir un rosario… y te sientes como si hubieras descubierto la receta de la cocacola en plena Edad Media.

La vida monacal es sencilla, discreta y bastante divertida, o al menos así nos lo hacía ver Fray Perico en los años 80… ¡Ay, qué gran obra! 😀 Y justo eso es lo que ofrece un juego como Monasterium. No es la panacea. Es un juego discreto, que no llama demasiado la atención, en gran parte por su estética, pero hace que te lo pases bien jugándolo. Y es que pocos euros llegan a estar en lo más alto del Olimpo, pero esas características de las que hemos hablado, lo sitúan en este terreno de euros medios que pasan de sobra el corte para triunfar cuando los sacamos. Santa María o Rajas of the Ganges serían otros dos buenos ejemplos de juegos de la misma categoría que funcionan igual de bien.

Hasta ahora Monasterium ha pasado algo desapercibido, supongo que por la oleada de juegos tan abrumadora que ha llegado en poco tiempo, pero a poco que se conozca, creo que puede ser un candidato a ocupar las mesas de aquellos que nos gustan los euros medio.

Así que si te suelen gustar estos euro-puzzles con tiradas de dados, donde el azar es controlable y de una manera u otra te dan margen para labrarte tu propio camino estratégico, échale un ojo a este Monasterium.

Y una última nota. El diseñador del juego es Arve D. Fuhler, un autor del cual ya reseñé dos juegos en su día: Pagoda y El Gaucho, más familiares que Monasterium, pero del mismo modo, muy bien hechos y con encanto.

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Showing 2 comments
  • ajdarias
    Responder

    Hola Yool, finalmente tenemos el Monasterium en casa y, aunque está bien, no es la panacea como bien dices. Las acciones en el tablero son interesantes, son muchas y variadas y la forma de liberarlas para mí fue confusa ya que pensé en mi primera partida que se liberaban a través del 1 exclusivamente (ya que el 1 es la acción ppal que te permite enviar a los novicios) así que acumulábamos un montón de unos y rivalizábamos por ellos. Una vez bien entendidas las reglas el juego fluyó bien, pero la competencia a dos jugadores por las mayorías de los monasterios no es férrea y los objetivos de final de partida son similares entre sí. Es un buen euro medio, pero si en la ludoteca aún faltan CoB, Gran Austria Hotel…estos son los imprescindibles. Gracias por tu reseña muy interesante! Saludos!

    • Análisis Al Cubo
      Responder

      Hola!! Bueno, a dos hay un marcaje para las mayorías, que a mi personalmente me gusta. Es más controlado, pero cuando ves que el otro pone un monje en un monasterio donde no estás, se te abren los ojos, lo miras, te mira y los dos sabéis que la lucha ha vuelto a empezar xD Grand Austria Hotel, como bien dices, es un must, es buenísimo, aunque ese escala peor por el entreturno a 4 jugadores. El CoB supongo que será Castillos de Borgoña, verdad? Ese es otro imprescindible… de mis juegos preferidos. Aunque ese último lo he jugado más online que en físico. Un saludo y gracias por pasarte por el Blog!!

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