Elegía: Canto de dolor (canto de cantar, no de piedra)

Un muy buen amigo mío tiene ya bastantes trienios devengados en esto de ser friki, tal es así que las partidas de rol por Hangout se las patrocina «Ventolín» no te digo más… El caso es que como Quijote y Sancho nos hemos ido influenciando recíprocamente, de un tiempo a esta parte siento interés por interpretar un personaje intentando ser consecuente con sus virtudes y defectos, por contra, mi colega se ha ido adentrado poco a poco en los juegos de mesa.

Hasta aquí todo va bien, pero este párrafo es el inicio del nudo y por tanto los acontecimientos se tuercen. Porque nos hacemos mayores, porque dedicamos menos tiempo a estar juntos, porque me he mudado a más de 700 kilómetros… por lo que sea mi compadre y yo nos vemos menos que el Mercadona y el gluten.

Para más INRI tiempo ha díjome que estaba a tope con esto de los tableros y de lo que sobre ellos se pone, mas cuando dio nombres se me fue la color del rostro: Colonos de Satán, Small worst, cafre internacional… y demás agraciados que bajo mi subjetivo, personal y muy dudoso criterio son sinónimos de fatiga seca.

Como la amistad cosa buena es, resolví aplicar grandes dosis de cebralín en esta mácula del expediente del compañero y pensé para mis adentros «A ver, que el zagal está empezando, experimentará una progresión y abandonará estos juegos familiares, al fin y al cabo en el rol yo soy muy dummy…»

Pero nada, el protagonista de nuestra historia se juntó con malas compañías, Cathala y Faidutti nada menos… y el tiempo pasaba, pasaba y pasó y ahí sigue, flipándoselo en relieve con juegos que no mentaré por no parecerme para en cámara. Y llegado este punto reflexioné:

Where’s the problem? I mean, si a un jugador y a su grupo les gusta un juego que no goza de fama entre según que comunidad de jugones, si lo que yo veo como un pan sin sal hay quien lo juega y torna a jugar cientos de partidas y les sigue molando ¿Con que razón puedo decir que tal o cuál cosa no merece respeto? Si es que, bien mirado, la prueba del algodón es que el juego encaje en un grupo y no pare de ver mesa…

En resumidas cuentas, si unos colegas no le cogen el puntillo al Caverna pero son capaces de jugar 8 horas seguidas al Win, lose or banana, olé por ellos, esto es digno de todo respeto y oda.

Oda: Canto de admiración.

Colega, me llena de satisfacción que disfrutes jugando al Ciudadelas, pero juégalo con tus otros amigos, a mi no me j(oda)s.

Fine.